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por Lorena Pérez

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Conocé a Laura Layana, la diseñadora que aborda la sostenibilidad desde la lana merino

Por Gaby Ratner

Ganadora de la segunda edición del Concurso Terma Bafweek, la diseñadora Laura Layana, egresada de la FADU UBA,  le pone nombre propio, voz, corazón y alas a su marca; un paso importante en este camino que para ella no es lineal, sino un ir y venir que lleva al diseño como una forma de comunicar.


¿Cómo comienza tu relación con el diseño?
Fue en el secundario que supe que quería diseñar, en realidad mi adolescencia siempre estuvo ligada a lo creativo. Sacábamos fotos con amigos, nos disfrazábamos y en ese acto lúdico armábamos de un modo espontáneo el estilismo y la producción. Soy de Bariloche, y allá no existían lugares para estudiar propiamente diseño; yo quería aprender a cocer y a los 16 años sin dudarlo me anoté en una escuela nocturna de corte y confección; entonces de mañana iba al secundario y de noche disfrutaba las clases junto a mujeres mayores, dando mis primeros pasos. Cuando terminé el secundario me vine a Buenos Aires, me gustaba mucho leer y estuve a punto de anotarme en Letras, pero cuando fui a la FADU y vi el programa de la carrera de Diseño de Indumentaria, se combinaba a la perfección el marco teórico con la energía del hacer.


¿Cómo fue evolucionando tu camino dentro de la carrera?
Cuando uno empieza tiene muchos sueños, en lo personal, tal vez no le ponía un nombre a modo de etiqueta, pero por el hábitat donde me crié y teniendo tan naturalizado el cuidado del medio ambiente, sabía que quería trasladar de alguna forma mi estilo de vida a mis diseños. La prendas outdoor, de alto rendimiento siempre me gustaron, lo sostenible, esto de poder hacer una pieza que esté buena y dure años.

Es cierto que la aspiración del proyecto propio se vuelve algo lejano y pesado. Esa idealización del emprendedor que va solo por la vida, es mucho – afirma la diseñadora-. Es una mirada vieja pensar que sos “el” creador de esa “gran” idea, es una ficción."
En vez de mirar todo el tiempo afuera, como ese aspiracional de siempre querer parecerse a alguien; cuando en realidad es más sencillo o debería serlo. Es preguntarte: ¿Quién sos? ¿Qué tengo a mano? y a partir de ahí puede surgir un punto de partida interesante. Así sucedió con mi tesis y posteriormente con el concurso de Terma.


¿Qué materiales seleccionaste para la colección que se presentó en Bafweek?
Llegué al concurso con el material que había trabajado en mi tesis, y si me preguntas cómo fue mi acercamiento a la lana merino (ultímate merino, tejido oriundo de la Patagonia), la respuesta es a partir de observar aquello que me rodeaba, saber encontrarle el valor. Para mí esa es la clave entre tantos puntos desde los que se puede abordar la sostenibilidad.
En ese momento trabajaba en 'Ultimate Merino', una empresa de producción y venta textil donde comercializaban las piezas cerradas de ese tejido. Los rollos con fallas -como sucede habitualmente-, quedan arrumbados e inutilizadas, así que me dispuse a investigar el material que estaba quieto, separar las fallas y recuperar esa fibra increíble para comenzar a trabajarla y darle vida. La lana merino es el tejido matriz de la colección y lo elegí por la caída y por la mano, ya que tiene un tacto muy suave, contrario al imaginario de que la lana pica. A la vez, es un buen aislante térmico ya que no solo abriga, sino que en caso de transpirar no sentís que estás mojado ya que por sus propiedades retiene la humedad y mantiene la temperatura corporal.

También realicé prendas con descartes de material impermeable de campera, la punta de rollo que rescaté de una fábrica que realiza prendas de outdoor. Al final incorporamos el denim de Santista, una gabardina denominada e-Kolores, que en su proceso de teñido utiliza hasta un 92% menos de agua, y también su denim Flourish de la Familia Sakuna, un tejido que no contiene poliéster y con acabado natural a base de manteca del Cupuaçu, fruto proveniente de la amazonia brasilera.


¿Cómo fue el proceso de trabajo previo a la presentación?
Trabajé junto a Luz Ballestero – reconocida diseñadora y jurado del concurso- que fue mucho más que la curadora de mi colección. Luz me acompañó en cada etapa del desarrollo y en nuestros encuentros en su estudio (se reunían cada 15 días aproximadamente), me ayudaba a organizarme y muchas veces ejercía el rol de contenedora. Ella es muy práctica y tenía muy claro la forma de guiarme para llegar hacia donde yo quería. El trabajo con ella era acompañarme es ese ir y venir, equilibrar la colección, ver los tiempos; inclusive el mismo día del desfile ella estaba ahí, conmigo, sobrevolando, atenta a cada detalle para potenciar cada uno de los conjuntos (detalle no menor, el entusiasmo llevó que de 14 conjuntos que tenía que presentar, terminarnos desarrollando 24 piezas). Lógicamente el financiamiento del concurso por parte de Terma implicó abordar con mayor tranquilidad todas las pruebas y errores que son necesarias y parte del trabajo de todo diseñador.


¿Cómo definirías ese momento de soltar y decir “termine”, que salga a la calle?
Es difícil dar un cierre al diseño, siempre me costó, pero cuando el tiempo apremia hay un momento donde decís ¡ok, ya es el tiempo! Es entender que esta colección es un estado de la cuestión, seguirá, será mejor. Existe una etapa necesaria en la cual querés colgar las prendas y disfrutar lo que hiciste. Y así estaba ese día, feliz, tranquila, disfrutando. Esto es lo que hice, con estos recursos y con este tiempo, tratar de aceptar, ser mas amorosa conmigo misma. Puedo decir que a partir de ese momento me dije: esto es serio, se mostró, fue reconocido y ahora me tengo que hacer cargo. Esa sensación real de que alguien lo miraba, que estaba bien lo que había logrado hasta esa instancia. Necesitas eso, enfrentar el afuera mas allá de nuestros jueces internos. Eso sin duda me lo día mi paso por el concurso. El proceso de soltar es que otro se adueñe y disfrute de eso que hicimos. Es la reinterpretación de la prenda en quien la lleva.


¿Cómo describirías esta primera colección?
Es una colección que termina de materializar lo que trabajé en mi tesis, pero que me viene acompañando a lo largo de mi vida. Cada prenda refleja el modo en que a mi me gusta estar que esencialmente es cómoda. Ese confort que mezcla lo oversized con el estilo pijamero y habla de una mujer que no necesita ceñir la silueta para ser femenina, porque envolver el cuerpo no significa la pérdida de elegancia, todo lo contrario.

Me encanta pensar el diseño desde esa mirada más real, donde no nos vestimos para gustarle a un hombre, eso es un concepto muy viejo - comenta Laura con una sonrisa-. Esta bueno moverse con libertad y si bien la paleta de color y el conjunto de prendas tiene cierta solemnidad, siempre se transforman en base a la actitud de quien las lleva. De hecho, si mañana le pongo estas prendas a un hombre y saco fotos, tiene la versatilidad suficiente para convertirse en una colección masculina o genderless."

¿Qué proyectas de ahora en adelante para Layana?
Hoy la marca lleva mi nombre y eso no es un dato menor; implica hacerme cargo y asumir mis elecciones, eligiendo las formas de comunicar y cuidando el producto que de algún modo habla de mi mirada hacia el mundo. Me gusta pensar el diseño como un camino que va y viene, no como procesos cerrados que al terminan limitándonos. Mis prendas son atemporales, por lo tanto con algunas quiero continuar, otras modificarlas, sumar otras tantas, siempre manteniendo el concepto de tiradas cortas. Sería extraño pensar que terminó en BAF entonces eso necesariamente implica que tenga que hacer borrón y cuenta nueva desechando todo lo anterior. Lo que uno hace tiene un sentido mirando para atrás y para adelante. Eso es parte de la sustentabilidad, darle tiempo al producto de ser.

En enero viajo al sur y voy a llevar mis prendas a boutiques. Me encantaría que se comercialicen en locales de concept o donde conviven los textiles junto a objetos y donde cada pieza es seleccionada a través de una curaduría. La lana como material principal de trabajo es abordado de esa forma y por la paleta de color y el estilo, mi puede convivir muy bien con los materiales de diseño.

Nos despedimos con un abrazo, un hasta luego; porque sin duda Laura es de esas diseñadoras que nos cruzaremos a lo largo del camino. Una persona para conversar y aprender a partir de su forma orgánica de transmitir su mirada y aportar al diseño argentino. Una invitación a volar.

Imágenes: Laura Layana | PH: Clara Cohen - Martín Pisotti .