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por Lorena Pérez

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Mandato de época: La moda Primavera / Verano 2017

El estreno de la temporada Primavera / Verano pide un vestir particular. La propuesta de las vidrieras se equilibra con la esencia de la moda, que hoy es global y descentralizada. El off-shoulder, los prints florales, la paleta pastel y los zapatos mule integran el repertorio femenino. Para ellos, alcanza el código casual para desestructurar los looks de oficina.

Mucho antes de que las marcas y los diseñadores de la escena local ofrecieran, como novedad, las blusas y los vestidos que dejan los hombros al desnudo, las consumidoras ya se habían entusiasmado con ese recurso que se consolidó con la mirada digital.
El ritmo de esta silueta es poderoso y refleja la autoexpresión femenina: ofrece movimiento, marca sensualidad y se adapta a distintos tipos de cuerpo a través de mangas acampanadas –el colmo de lo fashionable–, con volados y diversos largos. La clave está en mantener los hombros al desnudo, una imagen que ya ha ensayado todas las posibilidades imaginables.


“La mujer argentina está en proceso de maduración. Todavía no ejerce gran autonomía en su propio estilo, pero está cada vez más consciente de que esa posibilidad existe”, apunta la diseñadora Grace Gaviglio quien, desde su etiqueta GVG, apuesta a las prendas atemporales para que acompañen sin invadir la personalidad, aunque conservando el foco en las nuevas siluetas que refrescan la escena. Gran observadora, sentencia que sus compatriotas “siempre tuvieron la tendencia a uniformarse, a optar por lo seguro, por eso todavía no llegan a encontrar en su propia persona el centro de sus elecciones”.

El segundo set de novedades muestra a los tonos pasteles, los bordados y las estampas florales como adorno de las prendas. Así lo dispone Mancini, una marca con más de dos décadas en la industria textil, que mixtura los clásicos con la tendencia europea, acentuada en un estilo romántico que impone los volados en telas ligeras (como el lino y la seda) y los tonos en rosa y celeste.

A los pies, la diseñadora Victoria Hache destaca al azul marino como el nuevo neutro, así como la fortaleza del nude y los metalizados para las sandalias, y postula a los mule (zapatos sin talón) como el hit de los próximos meses. “Comenzaron a asomar tímidamente el verano pasado y este año se imponen con mucha más fuerza. Esta morfología se vuelve a usar tanto en zuecos como en chatas y tacos: son muy cómodos y versátiles”.


El diablo está en los detalles
Tatschke es una de las marcas boutique que renueva y refresca la visual del fashion local. Sofía, su diseñadora, piensa las prendas como pequeñas joyas para tener toda la vida en el placard. Ella propone las camisas largas de encaje, los pantalones japoneses anchos y cortos, los pijamas y “muchas pashminas de seda para envolverse”. También esboza una idea colmada de realidad y que pocas veces se tiene en cuenta en la moda masiva: “Creo que la mujer argentina busca, ante todo, verse flaca. Tener una silueta definida, estilizada y longuilínea es fundamenta para muchas”, dice la creativa, ofreciendo algo que el mercado no está considerando y que, desde su catálogo, anuncia las posibilidades de nuevos rumbos. “Somos muy estéticas”, proclama. Y la calidad de sus diseños, así como los detalles que suma a los looks, ofician como antídoto eficaz ante la uniformidad que desprenden las vidrieras de los centros comerciales.

“Mis clientas buscan practicidad, moda y lo diferente. Convive la mujer que compra la cartera IT de Céline y con la que no quiere verse igual a todas”, observa Sabrina Glorighian, designer de Vestidor de Reinas, una marca de carteras que se especializa en el tamaño XL para ofrecer funcionalidad y practicidad en este complemento visto como gran aliado en del outfit laboral.

“¿Flores en primavera? ¡Qué innovador!”, es una frase popularizada Meryl Streep en su rol de Miranda Priestley en El diablo viste a la moda –película de cuyo estreno se cumplió una década en junio pasado–, pronunciada al escuchar el sumario de notas para la icónica edición de septiembre de la revista que dirigía, en clara alusión a Vogue USA.
Hoy, la moda argentina en versión primaveral sigue apegada a los estampados botánicos, a los que se suma el blanco como tono veraniego infaltable, todo sustentado en formas pulidas, limpias y esculturales, pero con interpretaciones urbanas. Sobre estas bases triunfa la fórmula que, desde las tiendas, busca enamorar a una consumidora que compra lo seguro y deja el suspiro para el momento de contemplar el álbum de Facebook de su marca favorita.

¿Fin de una tiranía?
 Quizás, la chispa más vibrante de la temporada pone el foco en el varón que se anime a rebelarse ante el supuesto del traje como única opción laboral en tiempos de altas temperaturas.


Valeria Scarpati, jefa de Producto de Azzaro, anticipa que se viene un mix entre lo trendy y lo clásico, no como sinónimo de antiguo sino de sofisticado. Al tiempo que asegura que el hombre compra mezclando la opción casual con la de día, revela que la marca lanza tres líneas que responden a cada ocasión de uso: día, noche y casual. Si bien esta etiqueta francesa tiene anclaje en lo sartorial, comenta que “ellos cada vez se desestructuran más. Podés llegar hasta el límite de ponerle un saco a la bermuda y combinarlos. Hay un público que sigue usando el traje como uniforme laboral, pero está latente la tendencia a reinventar la sastrería”. El ejemplo es la línea denim, uno de los best sellers de Azzaro, junto a los pantalones de gabardina, prendas que adquirieron el nivel clave para componer el estilo laboral, gesto orquestado desde las marcas estadounidenses GAP y Banana Republic. Para esta temporada que comienza, Azzaro hace base en los colores azul y celeste y deja una paleta más colorida para la parte superior.

Es interesante conocer cómo una marca internacional compone la propuesta a nivel local: “Se toman muchas referencias de París, porque es el centro de la moda. Y, si bien la paleta de color es la misma, lo que varía es el tinte, acorde al clima de cada lugar. Por ejemplo, para la Argentina, la base es negro, gris, blanco y celeste. Luego se agregan los colores de tendencia”.

Así, en el capítulo primavera/verano del guardarropas 2017 se lee un entrelíneas que distingue, por un lado, las prendas “comerciales” que ayudan a cumplir con el mandato del vestir y también conseguir la imagen fashionista del momento; por otro, las versiones personales de la moda, alentadas –y aceleradas– por una economía que genera más incertidumbre que certeza.