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por Lorena Pérez

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Mujeres Sastre: El tiempo contado en puntadas


Coco Chanel divisó las posibilidades del guardarropa masculino para vestir a una mujer con aspiraciones a una vida moderna, en rechazo a la frivolidad de la estética de la burguesía. Chanel no fue la primera en usar traje pero sí la que sentó las bases del guardarropa que hoy vestimos. Por este lado, el disparador de ideas que surgen del vestuario del hombre. Por el otro, dejar huella en un mercado manejado por los hombres. Aquí entra la historia de Flora Lemes, una sastre que baja los códigos sartoriales para la mujer.


Una historia en Buenos Aires
Flora Lemes estudiaba Diseño Textil en la FADU UBA cuando indagó en las técnicas de la Alta Costura. Una investigación más profunda la llevó a introducirse en el mundo bespoke, donde se encontró con el sastre Natalio Argento. Se capacitó y más tarde, en 2016, se lanzó en este mercado regido por el sentido de la tradición. "Cuando explicaba lo que hacía mucho no se entendía porque no se sabía que se podía hacer tal cosa para la mujer también", cuenta la sastre.

Cuando la palabra sastrería empezó a salir en las revistas noté que mi trabajo comenzó a tener visibilidad y venían mujeres por el pantalón o el saco sastrero."


El código sartorial 
Flora trabaja con pruebas y un mes - mínimo - de trabajo. En su mesa hay muestrario de telas inglesas y un direccionario de los locales de la calle Alsina. Está el alfiletero, el dedal y el metro, una máquina de coser y múltiples moldes que guarda como memoria de un cuerpo: hay uno por clienta porque de eso se trata esta técnica artesanal, de confeccionar a la medida de un cuerpo en particular. "Con la moldería actualizo la silueta de la mujer de hoy y los cuerpos reales, así llego al calce que se necesita. La moldería en general se enseña por talles y yo no trabajo por talles, entonces el desafío es trabajar sobre un cuerpo único", dice.


El traje encierra misterio y tiene una flexibilidad que lo mantiene intacto en el tiempo, sinónimo - quizás - del vestidito negro. Pero qué busca una mujer cuando llega a hacerse su vestuario sastrero a medida? Moda, responde Flora.
Los catálogos de tejidos para sastrería están pensados para hombres, desde los colores que son neutros, nunca un verde o turquesa. Por eso trabajo con sederías donde se pueden encontrar otras telas y más variedad de colores."


"Las mujeres llegan con la foto de Pinterest, quieren algo que ven en una imagen. Lo que más piden es el saco cruzado, la camisa oversized, el blazer y el pantalón pinzado. Vienen con la idea de lo que se usa", cuenta sobre los pedidos recibidos para diseñar una prenda con pretensión atemporal. La sastre cuenta que escucha las necesidades de la clienta y, luego de sugerir cambios, su labor es trabajar sobre los detalles y ofrecer lo que visualmente espera su clienta.

En los inicios a Flora le solicitaban vestidos, hasta que el pantalón sastrero acaparó los estilismos de la década pasada y entonces las mujeres comenzaron a pedirlo otra vez. Siguieron los abrigos y la camisa blanca. Uno de los hits es el pantalón con pinzas, pues el secreto de calce perfecto es que la pinza se haga al entalle de la cintura de la mujer que lo va a usar. "Así cae divina", remata.


De Savile Row a Buenos Aires
Flora transita un mercado signado por el buen vestir y es pionera en instalarse como sastre de mujer en Buenos Aires. Esta historia de manos femeninas es reciente. En Londres está Savile Row, emblema y hogar de los masters tailors que protegen el vestir británico, incluso la organización Savile Row Bespoke Association se ocupa de proteger este oficio centenario. La sastre Kathryn Sargent se convirtió en la primera mujer en ser nombrada Head Cutter en Gieves & Hawkes, luego fue la primera en abrir una tienda en la calle de los sastres, en 2012. El otro caso de una mujer al frente de una casa sastrera es el de Anda Rowland, directora de Anderson & Sheppard.


Cómo comercializar en tiempos de redes sociales
La tradición llevada al momento actual, Flora Lemes usa Instagram como herramienta de visibilidad. "Instagram te da la posibilidad de contar cómo se hace y cómo presentar tu trabajo", y cuenta que ella es su propia modelo. Indaga sobre su silueta y cuelga esas muestras en los percheros para mostrar diferentes opciones de prendas, caídas, formas, bolsillos, armado y el tipo de cuello, por ejemplo. "Intento hacer algo nuevo con un detalle diferente, esa es mi forma de presentar", dice desde la tranquilad de su atelier de la Avenida Mosconi, en Devoto, donde la noción del tiempo está marcada por puntadas.


Imágenes: Gentileza Flora Lemes