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por Lorena Pérez

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Sastre Café: Latte ready-to-taste en Buenos Aires


La nueva apuesta al café de especialidad y el legado de una sastrería de barrio

 
Sábado, 9:00 de la mañana. La avenida Díaz Vélez en pleno movimiento, una postal del mundo como lo conocíamos. Como estamos volviendo a conocerlo. 
En la vereda, algunos banquitos y unos taburetes altos se van acomodando frente a la vidriera de Sastre Café, el nuevo espacio de café de especialidad del barrio de Caballito que abrió sus puertas hace apenas unos meses, muy cerca de Parque Centenario. Sin embargo, a pesar de ser la novedad, en Sastre aún perdura el aura del oficio que se practicara entre sus paredes desde 1975. 


Y es que el nombre de este café no es casualidad: basta con acercarse al vidrio y curiosear un poco en el interior para notar que el local no sólo aloja una máquina de café, tazas y un mostrador con productos de panadería; también se dibuja la silueta de algunas planchas antiguas, tijeras, una máquina de coser Singer de pie (aquellas de hierro de fundición que parecen existir en casa de todas las abuelas) y hasta un maniquí usando un saco sastrero tiene su lugar. 

Así como el aroma a café recién preparado persiste en el aire, el legado del trabajo de Pedro se respira en cada recoveco. Pedro Kulekdjian tenía al barrio acostumbrado a la escena suya de este sastre trabajando incansablemente detrás de su máquina de coser todos los días. Durante cuarenta y cinco años se dedicó a la sastrería y la alta costura, como la marquesina de su vidriera publicitaba. Hoy en día, las redes sociales del café están salpicadas de recuerdos y anécdotas sobre Pedro y lo que representaba para quienes viven en la zona. 


El rubro habrá cambiado, pero Valeria y Santiago buscan recrear en el café de especialidad la dedicación y atención al detalle de la sastrería que precedió esta propuesta. Las herramientas y el medio en el que se trabaja son diferentes, pero el cuidado en cada paso del proceso se mantiene. Ayer era la exactitud en las medidas, pinzas y puntadas; hoy es el tueste de los granos, el cuerpo, las notas del café. La elección de telas se convirtió en decidir si la mañana está para un latte, un americano o un flat white. Son Vale y Santiago quienes explican que a pesar de ser rubros distintos, ambos comparten muchísimo más de lo que imaginaban cuando comenzaron con la reforma del local. El sastre es un artesano que se basa en la costura a medida acompañada del buen gusto según la moda de cada época. El oficio de un barista tiene mucho en común. El saber identificar cada variable que puede tener la bebida desde su molienda, variedad, tueste, beneficio y ahí volcar la dosis necesaria para la preparación de cada café, siendo un trabajo donde la precisión es importante. Bespoke coffee, pero listo para llevar. 


A pesar de no haberlo conocido, las historias de quienes frecuentan Caballito les hablan de los tiempos en los que Pedro fue fiel a su oficio y valorizando cada uno de sus trabajos. Para el barrio en los últimos años laborales fue un ejemplo de laburante, ya que muchos nos cuentan que no podían creer que el tan mayor siga trabajando en su máquina de coser Singer hasta tan tarde, por lo que la esencia que tiene el local fue la que creó a fuerza de trabajo y constancia. 

La decisión de resignificar la esencia de lo que hoy es Sastre Café comenzó de a poco. En un primer lugar, al elegir el espacio se destacó la ubicación del local; sin embargo, ni bien la vidriera de la sastrería les devolvió la imagen de los objetos y herramientas que habían acompañado a Pedro por casi medio siglo de trabajo, el proyecto viró hacia la clara intención de reacondicionar y transformar el sitio manteniendo la pauta que traía de su función original. 


La barra y las máquinas encontraron su hogar entre estos ítems, al igual que aquellos banquitos y taburetes, que Vale y Santi llaman banquitos Taiwan. Los encontraron algunos días antes de la apertura de Sastre Café (Av. Díaz Vélez 4674) en un local del barrio que también cumple la función de taller y depósito. Un matrimonio de ancianos taiwaneses son las manos detrás del mobiliario sobre el cual reposa el café en la vereda de Díaz Velez, ya que también cumplen la función de mesitas .


Hace tiempo ya que las tendencias de consumo se posicionan de cara a la búsqueda y a la apreciación de lo artesanal; pareciera que el 2020 y los cambios de paradigma que evidenció terminaron de reafirmarlo. Una compra más consciente, que pregunta -antes que nada- quién hizo lo que llevamos puesto, lo que nos alimenta, lo que utilizamos. La mirada se vuelve hacia el oficio; después de años ejerciendo la adquisición masiva de producciones masivas, hoy el llamado interno de la sociedad y sus actores individuales invita a poner atención en las propuestas de emprendedores locales. La historia del proceso de creación que narra el producto de autor, de especialidad, aporta riqueza y resignifica las decisiones de cada persona en el acto de consumo. Los lazos con la comunidad se fortalecen a través de este intercambio. Es una postura frente a acontecimientos políticos y sociales. Priorizar y apoyar la realidad del acá, en lugar de proyectar en el aspiracional del allá. 


En lugar de detenerse en una cadena de cafeterías, la clientela de Sastre conversa sobre la vereda de Díaz Velez, café de especialidad en mano; o bien reposando sobre la artesanía de aquella pareja taiwanesa, cuyo valor se aprecia en el local dándole a esos banquitos un espacio protagonista en la disposición espacial de la tienda. La actividad que realizaba Pedro al 4600 de la avenida habrá cesado, pero no así su legado ni el interés de mantener viva la esencia del trabajo artesanal y de la relación profunda entre el producto, quien lo crea y su cliente.

Imágenes: Gentileza Sastre Café | Silvia Delvigo