SLIDER


Mujeres Vestidas por Mujeres

Notas de Autor por Lorena Pérez

Bloc de Moda es un medio digital fundado en 2006 que promueve prácticas y temas de manera pionera en latinoamérica. Coberturas, crónicas, entrevistas y reseñas que ponen en contexto a la moda en la cultura y su impacto en la sociedad.¡Bienvenidos!
Historia de la moda
Mostrando las entradas con la etiqueta Historia de la moda. Mostrar todas las entradas

Historia de una tendencia: La chaqueta Chubby de piel (falsa)

Cada año se renueva la reverencia hacia la figura de Tom Ford y los aportes ofrecidos en Gucci. En torno a la feminidad, la mirada masculina del diseñador tejano se impregnó de sensualidad y marcó diferentes momentos culturales. Hablamos de los trajes en tonos vibrantes y brillantes (realmente un dolor de retina en su bajada cotidiana, por dios) hasta las camisas desabotonadas que en su colmo de lo sensual nutren la imaginación. 

Ahora es el turno de la chaqueta Chubby, que la casa italiana parece relanzar cada década desde su debut en 1996. Tom Ford la presentó en la colección para Gucci que tuvo como referencias de estilo a la disco neoyorquina de los años '70 Studio 54. 
 
Gucci por Tom Ford: Chubby jacket en 1996

Dos años llevan las chaquetas de piel falsa rondando las colecciones, las producciones de moda y el street style. Es evidente que el próximo otoño invierno 2025 los tapados de piel falsa serán tendencia. Y acá iluminamos con un dato: las chaquetas de piel tuvieron su momento hace 100 años. 

Si abrimos los archivos de Vogue, en 1936 la revista reportaba: “Las chaquetas de piel regordeta (chubby) y hasta la cintura son una manía”. Las pin-ups las usaban en los años 40, pero no fue hasta 1971 que se convirtieron en un tema a debatir, gentileza del modisto rebelde de la moda, Yves Saint Laurent
 

Resulta que Yves Saint Laurent mostró la colección primavera verano 1971 con ropa fea, según informaban las crónicas de aquel enero. Se la conoce como “Forties” y la historia de la moda la vapuleó como la "Collection du Scandale". La Fundación Pierre Bergé Yves Saint Laurent editó un libro con las fichas de producción y comercialización, las crónicas y las imágenes, incluso en 2015 tuvo su propia exhibición. La idea de tomar los años 40 y la ocupación alemana sobre París como tema resultó de mal gusto y encima la ropa no era aceptable, decían las coberturas periodísticas reproducidas en el libro "Yves Saint Laurent: The Scandal Collection 1971". 

Entre las plataformas, vestidos camiseros y turbantes, había chaquetas chubbies. La verde es la que se convirtió en la imagen de moda. En el desfile, el tapado de piel de zorro verde salió como look 64 y lucido arriba de un body de jersey de seda negro. Las Chubbies costaban entre 900 y 3.625 dólares. Desde ahí comenzaron a salir en todas las marcas - que hoy se producen en piel falsa - y como símbolo, cada época le pone su propia narrativa como ítem y tendencia. 

La moda en Gucci 2014 por Frida Giannini: la chaqueta Chubby

La moda en Gucci Otoño Invierno 2025 en Milán


Loewe: oda al art and craft

Cuando la expertise en la artesanía, el perfeccionismo y la sed de innovación confluyen, dan lugar a un gigante como Loewe. La casa de lujo tiene 178 años de vida y pisa más fuerte que nunca. 

Por Candela Abril Rodríguez | Lic. en Comunicación editora de ¡Una pizca de azúcar!

Probablemente conozcan la marca Loewe por sus creativas campañas -como la última de otoño invierno 2024, con Daniel Craig o James Bond como nuevo embajador–, por sus extraños bolsos con forma de hortalizas o por sus virales zapatos y conjuntos inspirados en las muñecas Polly Pocket. Pero Loewe no nació con Jonathan Anderson, su actual director creativo, y su bolso Puzzle

Hace unos 178 años –se cree que en 1846, pero pudo haber sido antes–, se creaba en Madrid un modesto taller de marroquinería y encuadernación. Y un buen día, en 1872 –casi treinta años más tarde–, llegó a ese taller un distinguido señor alemán, muy interesado en aprender la técnica y enamorado por completo de los encantos de la península ibérica. Heinrich Loewe Rössberg –o Enrique Loewe Roessberg–, impresionado por el know-how de los artesanos españoles, se asoció al taller y creó su propia marca, E. Loewe, con sede en un enorme local de la calle Príncipe de Vergara. Tras ese primer hito, ocurrido en 1892, vino el segundo: en 1939 se inauguró la tienda de la Gran Vía madrileña, que hoy aloja a la Galería Loewe

Primera tienda y taller de Loewe

Podríamos decir que este distinguido señor alemán fue un antes y un después para aquel taller de marroquinería, ya que potenció lo que el grupo de artesanos españoles, fundadores del mismo, ya hacía. De producir pequeños artículos de cuero como billeteras y fundas para cigarrillos o joyas, se pasó a crear cualquier tipo de leather goods. Aquí, comienza el verdadero camino hacia el éxito de la marca: con el diseño, por ejemplo, de exclusivos bolsos para las damas. Ese éxito culminó en un título de proveedor oficial de la Casa Real, otorgado en 1905 por el Rey Alfonso XIII. Sí, un título honorario de la corona. Evidentemente, la marca tiene unos cuantos años –y una reputación intachable–. 

Las técnicas tradicionales de la marroquinería artesanal, las nuevas tecnologías –como el 3D utilizado para la colección Toy Proportions, otoño invierno 2023– y la innovación, forman parte del ADN de Loewe. Aunque parezca casi un oxímoron combinar palabras como “tradicional” e “innovación” en una misma oración, no podemos negar que, en la práctica, funciona. Estos elementos conviven en armonía. Y le funcionó tan bien a la marca, que puede darse el lujo de festejar su supervivencia a través de tres siglos –el XIX, el XX y el XXI–. 

Conjunto inspirado en las Polly Pocket. Colección Toy Proportions otoño invierno 2023

El aspecto tradicional del asunto nació en el siglo XIX, con la labor que realizaban los artesanos españoles con el cuero. El elemento innovador se sumó en el camino, con el paso de los años, el boom de internet y la llegada de las redes sociales. La manualidad, el oficio y una profunda visión de la estética y de las artes, llevaron a la creación, en 1988, de la Fundación Loewe. 

La Loewe Foundation, actualmente presidida por Sheila Loewe, fue creada por Enrique Loewe Lynch, padre de Sheila y cuarta generación de la familia fundadora. Lo que surgió como una “fundación cultural privada” –como lo indica el sitio web de la marca–, tiene hoy el objetivo de reconocer a artesanos que, con su talento único, impulsen la artesanía y establezcan nuevos y mejores estándares para el futuro de la misma. Aquí puso su talentosa mano Jonathan –o JW– Anderson: en 2016 creó el Loewe Foundation Craft Prize, el primer reconocimiento internacional a la artesanía contemporánea. 


Este premio permite que una selección de piezas confeccionadas con verdadera pericia y que podríamos considerar un patrimonio invaluable –piezas que no sólo representan la subjetividad de los artistas, sino también un tiempo y un espacio, la coyuntura en que se crean–, sean agregadas a The Room, el catálogo online de la Fundación Loewe, y que se presenten en una exposición en la primavera de 2025. Como frutilla del postre, la obra que el jurado considere la mejor, se llevará –además de todo lo anterior– 50.000 euros. 

Si esta marca, de nombre impronunciable para algunos –hecho capitalizado, muy inteligentemente, en el spot Decades of confusion, lleva 178 años en el mercado, por algo será. Un rebranding nunca es cosa fácil de lograr, menos aún para una firma con tanta historia: es la casa de lujo más antigua que el grupo LVMH tiene en su poder. Pero el irlandés Jonathan Anderson, director creativo de Loewe, llegó en 2013 a oxigenar el asunto. 

Si bien Loewe no flaqueó y se mantuvo, a lo largo de los años, en el podio de las marcas más importantes, los últimos dos han sido clave. Anderson y su equipo lograron, mediante una exquisita estrategia de marketing, captar el interés, particularmente, de la Gen Z y los millennials. La aparición de la graphic tee “I told ya" en Challengers de Luca Guadagnino; Daniel Craig de 007 y Greta Lee de Vidas Pasadas como nuevos embajadores; y los divertidos posteos en las redes de la marca, fueron factores fundamentales para que Loewe se posicionara como la firma más popular por dos años consecutivos. Ni hablar de los desfiles de Menswear SS24 y SS25, con instalaciones de la artista estadounidense Lynda Benglis –también creadora de una línea de joyas para la marca– en el primero; y con el texto “Contra la interpretación”, de Susan Sontag, como eje articulador del segundo. Todo esto aporta, indudablemente, matices y fuerza a las presentaciones de las colecciones, que están centradas en demostrar –como si todavía hiciera falta– la singularidad de la marca. 

Locación del desfile Menswear primavera verano 2025 de Loewe, con una instalación del artista Paul Thek

Las grandes casas de moda están en una puja constante para ganar la atención de una audiencia más picky e insaciable que nunca. Con un público que busca contenido de valor en medio de un mar de ofertas, Loewe lo está logrando gracias a un director creativo que llegó para darle un nuevo y vibrante color a la marca. Y sin hacerla perder su esencia, que continúa siendo su fuerte: el trabajo con materiales nobles como el cuero, la artesanía y esa pureza con la que Jonathan Anderson califica a la mano española que enamoró, alguna vez, a Heinrich Loewe Rössberg, allá por 1872. 

Artesanos de todo el mundo pueden participar, con piezas únicas, de la competencia por el Loewe Foundation Craft Prize. La inscripción estará abierta hasta el 30 de octubre de 2024, siguiendo el link

Se despidió Dries Van Noten y en Bloc de Moda recuperamos sus archivos



“Me he estado preparando para este momento desde hace un tiempo y siento que es hora de dejar espacio para que una nueva generación de talentos aporte su visión de la marca” fue el anuncio que en marzo de 2024 Dries van Noten compartió con una carta en su cuenta de Instagram. A punto de cumplir 40 años de trabajo en su etiqueta, la noticia seguía que su cese se haría efectivo este mes de junio y que la colección masculina de primavera-verano 2025 en París Fashion Week sería el último desfile presentado por el diseñador belga. Bueno, llegó ese día. 

Dries van Noten se despidió de su etiqueta en el marco de la presentación de las colecciones masculinas parisinas y a saludar fueron desde Martin Margiela hasta Walter Van Beirendonck y Ann Demeulemeester, dos de The Antwerp Six, el grupo de diseñadores belga que revolucionó la moda cuando se presentaron a mediados de los años 80 sus carreras en Londres y luego París. 

Para reponer la carrera del diseñador belga, en el desfile se pasaron films sobre sus colecciones, claro que sobre la pasarela los looks remitieron a sus señas de identidad que lo llevaron a ubicarse en el mundo de la moda como un diseñador con visión, creatividad y talento evidente. Fuera de Francia y a un click es posible recurrir a DRIES, el documental dirigido por Rainer Holzemer donde se evidencia la visión de un creador. En este documento, Dries Van Noten refleja su mundo privado, motivaciones y obsesiones que luego impregna en una colección. 

El documental DRIES se encuentra disponible on demand en https://watch.dogwoof.com/

Dries van Noten fundó su marca de diseño para hombres y en 1986 se presentó en sociedad junto al grupo "Los 6 de Amberes" (Ann Demeulemeester, Walter Van Beirendonck, Dries van Noten, Dirk Van Saene, Dirk Bikkembergs y Marina Yee). En el documental de moda DRIES se ven los primeros desfiles de moda masculina y el debut de la línea femenina en la Primavera / Verano de 1994. Cada etapa muestra también los vaivenes que va teniendo la moda, la importancia de la prensa para la legitimación de un diseñador (el nombre de Suzy Menkes se repite como eje de etapas que necesitaron un cambio) y también el pensamiento de un hombre que cree en sus propios principios para hacer moda, pero que no escapa al ritmo vertiginoso que esta industria demanda. "Nadie necesita revoluciones en la moda ahora. Hoy se trata más de cómo hacés las cosas, las sutilezas son importantes. En mi caso, es en lo que me concentro", dice. 

El documental 'Dries' abre con una imagen de la alfombra que la artista argentina Alexandra Kehayoglou realizó para la colección Primavera Verano 2015 de Dries Van Noten y cierra con el desfile Otoño Invierno 2017 que el belga hizo en el escenario del Palais Garnier. En el medio hay un sin fin de momentos que retratan la creación de telas, la búsqueda de estampados, las flores y jardines que lo rodean que hoy podemos poner en contexto junto a las imágenes de la despedida de Dries van Noten en la colección masculina Primavera Verano 2025 en París.

Historia de la Moda: Lo atemporal del traje

Por Candela Rodríguez | Lic. en Comunicación

La moda, como la historia, es cíclica. Sus idas y vueltas tienen algunos símbolos, como el traje, que se mantienen a lo largo de los años. ¿Cuál es la historia de este conjunto? ¿Por qué sufrió tantas mutaciones? Y ¿por qué tiene vigencia siglos más tarde?

J. Crew’s Ludlow suit, el último de los trajes más populares, desde 2008 siglo

Los inicios del traje

La creación de la vestimenta se remonta a épocas en que, como humanos, comenzamos a sentir la necesidad de cubrirnos. Ya sea por las inclemencias climáticas, por motivos religiosos o por el sentimiento de vergüenza –aquí, las opiniones se dividen–, el ser humano es un ser que usa ropa. Esto nos diferencia, sin dudas, del resto de las especies. La vestimenta nos define, nos sirve para diferenciarnos y, también, para crear comunidad.

Una serie de intelectuales –como el historiador François Boucher–, señalan al traje como la primera manifestación de la moda, alrededor del siglo XIV. Pero ¿cuándo la moda se vuelve moda? Podríamos decir que cuando es relativamente aceptada, consensuada y tiene la suficiente difusión como para lograr instalarse en una sociedad.

El traje como tal puede ser pensado desde una infinidad de posiciones. Es vestimenta y, a la vez, una manifestación cultural, social y política de época. No puede negarse que el traje, en sus diversas formas, representa una parte importantísima de las sociedades –tanto occidentales como orientales–. Veamos las distintas formas que puede adoptar un elemento tan fundamental, que nos viste desde hace siglos.

Este jubón de alrededor de 1364, ya presenta las características que retomarán los trajes varios siglos más tarde

El género y la vestimenta

No creo que suene novedoso que, como tantas otras invenciones, el primer traje fue creado por y para los hombres: George Bryan ‘Beau’ Brumell fue quien comenzó a utilizarlo y lo popularizó, en la Inglaterra de principios del siglo XIX. Ese conjunto de prendas que iban a juego, de silueta recta y que permitía el movimiento, no fue usado por mujeres hasta 1930. Y más aún: las mujeres recién comenzaron a usar pantalón –parte importante del traje clásico–, regularmente y en público, luego de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, prendas con tipologías y objetivos similares, ya habían sido creadas varias décadas antes y sirvieron de inspiración para el traje de Gabrielle ‘Coco’ Chanel que hoy, algunos –o unos cuantos–, consideramos icónico.

Ilustración de Beau Brumell, el primer dandy y hombre en usar la silueta del traje que conocemos actualmente

Cuando, en el siglo XIX, la mujer comienza a tener un mayor acceso a la vida social y pública –gracias a la pequeña pero progresiva conquista de derechos legales y como resultado de la Primera Guerra Mundial–, su vestimenta se ve modificada. Las tipologías se vuelven menos restrictivas y hasta permiten –aún con sus falencias–, practicar deportes como el tenis. El nombre de Jean Patou es conocido por sus aportes al sportswear, a través de su entonces provocadora creación: el traje de tenis para la campeona francesa, Suzanne Lenglen.

Ya hacia 1895, Charles Frederick Worth, quien se considera fue el primer modisto, confeccionaba las chaquetas y los kimonos que se popularizaron a mediados del siglo XIX en Europa– prendas con líneas similares a las del traje masculino, pero destinadas a las mujeres. Las chaquetas sastre que creaban la ilusión de hombros anchos –como sucede con las hombreras que utilizamos en la actualidad–, son las que sentaron precedente y dieron lugar a la moda unisex del siglo XX –que comenzamos a ver con Calvin Klein y Benetton en los 60-70–. Las nuevas formas de pensar la figura de la mujer en sociedad, se vieron reflejadas en la ropa que los modistos, devenidos diseñadores, confeccionaban. Al fin y al cabo, la moda debe responder a las necesidades de las personas y no al revés. Así, comienza a romperse, de a poco y con retrocesos, un paradigma: el de los restrictivos estereotipos de género en la moda.

A la izquierda, la obra El Sr. y la Sra. I. N Phelps Stokes de John Singer Sargent (1897). A la derecha, un vestido de calle de Charles Frederick Worth (1895)

Luego de la Primera Guerra Mundial, esas mujeres que ya no solo eran amas de casa, sino también empleadas y parte fundamental del sostenimiento del aparato productivo en épocas de escasez, pierden sus empleos. Pero no sus ganas de seguir participando de la esfera pública, del deporte y de todo aquello que les había sido negado pocos años antes. Así es como la imagen femenina cambia de manera radical. Hacia 1920, arrasan las siluetas andróginas, rectas y descontracturadas. Incluso antes –en 1915–, el modisto John Redfern confeccionó conjuntos de falda y chaqueta que servirían de inspiración para lo que vino luego.

Si de romper esquemas hablamos, Coco Chanel debe ser nombrada. Basándose en las características de la indumentaria masculina y con el objetivo de aportar a la liberación femenina, creó los imprescindibles de nuestros días: conjuntos de chaqueta y falda de punto, y el little black dress. La moda femenina toma, además, la camisa de seda blanca y la corbata –elementos, hasta el momento, típicamente masculinos–, para cerrar este estilo y silueta a la garçonne, y se despoja de los ornamentos. Partiendo de los grandes sombreros con flores y plumas, y los vestidos de estructura complicada y restrictiva para el movimiento, se llega a la síntesis de lo que las mujeres del siglo XX necesitaban: la gentil y sencilla silueta del traje sastre masculino.

A la izquierda, conjunto de falda y chaqueta confeccionado por John Redfern (1915). A la derecha, conjunto de falda y chaqueta Chanel (1927)

El traje hoy: avances y retrocesos

Las mujeres y los hombres de todo el mundo continuamos usando trajes. La propuesta de Worth, Patou y Chanel, se mantiene. Pero no es igual. Las necesidades, muy particularmente, de la mujer contemporánea, no son las mismas que las de la mujer que vivió en los 30. Y mucho menos serán parecidas a los deseos y necesidades de la mujer de los siglos XVIII y XIX, mucho más constreñida que hoy por ajustados corsés, la silueta en forma de ‘s’ y estrictos roles de género.

Hoy, prepondera la deconstrucción del traje. Si bien los elementos característicos del típico conjunto de dos piezas continúan siendo la practicidad y usabilidad, florecen nuevas necesidades. El afán del ser humano de explorar su sensibilidad no es excluyente del arte. Mediante la ropa que usamos, comunicamos. Le indicamos a nuestros compañeros de planeta –our fellow human friends– que somos diferentes o parecidos a ellos. En ese sentido, nuestra ropa está atravesada por lo que el pensador Roland Barthes llamó nivel de connotación. Incluso podríamos discutir si la moda, finalmente, es art o craft –o ambas–. Hoy, las mujeres usamos pantalones, faldas y todo lo que exista en el medio. Tenemos nuevas libertades y, también, nuevas restricciones –como en toda época–. Nuestras prendas connotan: ¿a qué estrato de la sociedad pertenecemos? ¿A qué tribu urbana? ¿Cuál es la filosofía de vida que articula nuestra manera de actuar con otros?

Hasta aquellos que reniegan de la moda, deben vestirse. Y lo hacen a conciencia. Para igualarse o diferenciarse, en base a lo que sea aceptable en la sociedad en que se encuentren insertos y el tiempo que corra. Ya no se busca únicamente la movilidad y la funcionalidad, o la liberación femenina, sino algo distinto. Ante un vertiginoso panorama de cambios, en el marco de una rapidez profundizada desde la llegada de las redes sociales, las personas buscamos nuevas y mejores –y, de ser posible, originales– maneras de expresarnos. Este ritmo acelerado nos lleva, aún sabiendo que todo fue hecho antes, a intentar innovar constantemente ¿Y qué mejor manera que marcando tendencia –o sumándonos a la ajena– con nuestras prendas?

Homenaje al traje de Chanel, realizado por Yohji Yamamoto en 1997

El traje ha sido atravesado por una multiplicidad de mutaciones y, hoy, lo que predomina es su deconstrucción o la búsqueda de adaptarlo para que responda a las necesidades de nuestra época. Las preocupaciones respecto del mismo se dieron, más o menos, así: primero, sirvió para vestir a la nobleza; luego, al hombre de ciudad, burgués, con necesidad de cumplir sus tareas de la manera más cómoda posible. Más tarde, en el marco de la Gran Guerra, el traje –y sus variaciones– comenzó a ser usado por mujeres que trabajaban, practicaban deporte y comenzaban a habitar el espacio público, lo cual les requería adoptar prendas de siluetas y materiales similares a los que utilizaban los varones.

Se pasó del traje usado por los hombres, y del conjunto de chaqueta y falda adaptado para la mujer, al conjunto de chaqueta y pantalón, y al sumamente disruptivo uso femenino del propio pantalón. Del traje chaqueta perfeccionado –y usado– por Chanel, una década después del new look de Dior, pasamos al traje de André Courrèges en 1961 y a la andrógina figura femenina que vestía pantalón, blazer en siluetas sencillas y colores oscuros, popularizada por Yves Saint Laurent en 1966, inspirado por el streetwear parisino. Las innovaciones tecnológicas fueron las que posibilitaron la aparición de las fibras artificiales y el prêt-à-porter en los 60 y, con este último, aceleraron el consumo de masas y fortalecieron a la industria de la moda –con consecuencias ambientales y sociales, desde luego–. Se dice que la historia es cíclica y, claramente, algo similar sucede actualmente –salvando las distancias–. El avance de las tecnologías nos brinda, no sólo nuevas comodidades –como sucedió con las grandes invenciones de la Revolución Industrial, por ejemplo–, sino también nuevas posibilidades de expresión mediante las artes y la moda.

A la izquierda, el regreso de Chanel luego de la Segunda Guerra Mundial (1958/1959)  A la derecha, traje pantalón de André Courrèges (1969)

¿Qué pasa hoy? La deconstrucción del conjunto de dos piezas

Fibras naturales y materiales inorgánicos, explosión de color en forma de color-blocking y la tendencia del quiet luxury, el upcycling y la moda rápida: todas estas expresiones de la moda –y más– coexisten hoy. Son tesis, antítesis y síntesis de una época: la nuestra, marcada por la conciencia socioambiental y, al mismo tiempo, por el anhelo de tener lo último de las pasarelas. Y todo esto, profundizado por la vertiginosa dinámica de las redes sociales.

Yves Saint Laurent adaptó para la mujer, en la colección Otoño/Invierno de 1966, el traje masculino o tuxedo

La moda funciona, en este contexto, como un espejo que refleja algo que excede nuestra necesidad de vestirnos. Refleja nuestra necesidad de diferenciación y de pertenencia, nuestra búsqueda de estatus y nuestros ideales políticos. El traje fue –utilizando la jerga actual– un must-have a lo largo de los siglos y, si analizamos las mutaciones que sufrió, podremos identificar rápidamente cómo refleja fielmente las sociedades contemporáneas.

Primero, tenemos la sencilla silueta compuesta por la chaqueta y el pantalón, donde las prendas están entalladas. En la década del 90’, aparece una nueva forma de entender la moda: con una sociedad de consumo en auge, donde las posibilidades de producción, compra y venta parecen ilimitadas, se habilita la posibilidad de mezclar –en un mismo outfit– una prenda de diseñador con una encontrada en una tienda de segunda mano, por ejemplo. El lujo y el consumo encuentran nuevas formas de existencia y propagación mucho más discretas. Algo así sucede hoy, con el creciente interés por la tendencia de lujo silencioso o quiet luxury, que parece novedosa pero que, en realidad, no lo es.

En el estilo de las protagonistas de Sex and the City –en particular, el de Miranda–, se condensan elementos característicos de los noventa. Prendas nuevas y lujosas combinadas con otras de segunda mano. Trajes clásicos, sobrios y duraderos, con el toque moderno y camp que se verá en la década siguiente

Todo esto se refleja en otras industrias, en otros productos y consumos culturales: como, por ejemplo, la –¿entonces?– importantísima industria televisiva, con programas como Friends y Sex and the City. Además, estas formas de consumo se hacen lugar a los empujones, principalmente, en Estados Unidos, con la aparición y el fortalecimiento de marcas americanas como Tommy Hilfiger y Ralph Lauren. Y sí, Estados Unidos se posicionó como puntero en lo que a exportar productos culturales –en el marco de la cultura de masas– refiere.

Hoy, nos animamos mucho más al oversize, al layering y a las prendas con roturas o costuras visibles. Rei Kawakubo, de Comme des Garçon, comenzó a hacerlo en los 80-90

Abajo, vemos cómo Thom Browne (re)piensa el traje. El desfile Otoño/Invierno 2023 sirvió, tanto para presentar su primera colección mixta de Alta Costura, como para celebrar el nuevo lugar de la marca y del diseñador en la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne. Thom Browne demostró su destreza en la sastrería mediante una teatral presentación que tuvo lugar detrás del telón de un enorme escenario, con figuras de cartón ocupando el lugar del público en el Palacio Garnier. La espectacularización en su máxima expresión, necesaria para entretenernos en tiempos en que cuesta hacer otra cosa que no sea scrollear por horas. En esta gris colección, se conjuga lo formal y el estilo clásico del traje, con lo trendy del oversize, los cortes asimétricos y, también, con ese toque irreverente y juguetón que caracteriza al diseñador.

En el siglo XXI, el traje tiene nuevas formas y propósitos. Lejos de intentar que sea funcional, los diseñadores buscan comunicar nuevos significados a través del conjunto chaqueta-pantalón/chaqueta-falda

Y ahora, ¿qué sigue?
La esencia del traje se mantuvo a lo largo de los siglos. Las formas más clásicas del mismo apuntan a una búsqueda de prendas atemporales y prácticas, que podrá usar cualquier persona, aunque esto no siempre fuera así. El traje no sólo es un conjunto de prendas, sino que representa luchas por derechos fundamentales como la libertad y la igualdad, los cuales hoy se presentan como significantes vacíos en donde cada quien deposita el sentido que le place. La discusión se vuelve mucho más profunda: ya no tiene que ver únicamente con vestirse de manera cómoda o con la utilidad de las prendas.

El traje seguirá estando. Pero ¿cuál será su forma? ¿Y sus fines? Si bien se nos presentan estos nuevos modos de vivir y consumir moda, que tildamos de originales y liberadores, reflotan –junto con movimientos de extrema derecha– en el mundo entero formas de coercionar, especialmente, a las mujeres. Vuelven los corsés, y usamos zapatos de taco finísimo y altísimo, por poner un ejemplo tangible. Cabe preguntarse si esto es o no un retroceso. Las mujeres lucharon por ocupar el espacio público, usar prendas cómodas y que las mantuvieran seguras ante eventuales ataques en la vía pública –como es el caso del pantalón–. Entonces, ¿por qué volvemos al punto de partida? Porque la historia y la moda son cíclicas.


Imágenes: Editorial Taschen / Vogue Runway / Musee YSL

Murió la Dama del Punk | A propósito de Vivienne Westwood y la colección Pirate


El primer desfile de Vivienne Westwood fue con la presentación de la colección Pirate, en la temporada otoño / invierno 1981-82. Pantalones holgados, cuellos asimétricos y cortes rectangulares tradicionales que fueron reinventados para ofrecer una imagen diferente al look de moda de la época. Westwood era lo opuesto a los hippies. Quedó claro al darle, junto a Malcom McLaren, un look al punk en la década del 70' a través de la figura de los Sex Pistols. 
 
Con las técnicas tradicionales de los sastres de Savile Row, el uso de telas británicas y el arte visto con la lente de los siglos XVII y XVIII, la diseñadora británica y activista investigó la vestimenta histórica y la coloreó en dorado, naranja y amarillo. Una colección romántica que resuena hasta hoy. Como un gesto rebelde, excéntrico, Vivienne Westwood siempre activó al sistema de la moda. 

Vivienne Westwood FW 1981

Vivienne Westwood SS 1993


Vivienne Westwood murió el 29 de diciembre de 2022. Rebelde, consciente, joven, callejera, por siempre presente.

Apuntes: Kim Jones en Dior ofrece el vestido Junon en Egipto

 

Con una de las Siete Maravillas del Mundo como telón de fondo, Kim Jones se apropió de la naturaleza de Egipto para presentar la colección Pre Fall 2023 de Dior Homme. La pirámide de Keops ofició de escenografía natural para los 75 modelos - la misma cantidad de años que tiene la maison fundada en 1947 - que salieron por el desierto a develar las nuevas claves del diseñador. 

Las prácticas de Kim Jones posicionan el ideario estético que ofreció desde su debut en la línea de ropa para hombres de Dior, en las colecciones de primavera de 2018, sustentado en una sastrería exquisita, el refinamiento de clásicos para el guardarropa contemporáneo y la revisión del archivo femenino para el acto performático del vestir masculino

El caso que viene a ilustrar es el Junon dress, el diseño que Christian Dior presentó en las colecciones Couture fall / winter 1949/50 con su falda de pétalos degradados. 


La moda del futuro



Sputnik no es sólo el nombre de la vacuna rusa que promete inmunidad contra el Covid- 19, sino también el nombre del primer satélite lanzado al espacio en 1957. A partir de ese momento, Estados Unidos y la Unión Soviética se lanzaron a la conquista del espacio. La televisión y los periódicos estaban plagados de noticias sobre cohetes y astronautas que contribuyeron a crear el imaginario de la carrera espacial, en el que era posible proyectar un futuro de viajes intergalácticos y colonización de otros planetas. 
 

La humanidad necesitaba vestirse para la ocasión y la alta costura de los años 60, encarnada en una tríada de diseñadores futuristas compuesta por André Courregès, Pierre Cardin y Paco Rabanne, fue capaz de dar una respuesta al asunto. 
 

Courregès ayudó a popularizar la estética espacial gracias a los cascos tipo astronauta, las enormes gafas de sol, los vestidos cortos y las botas planas de media caña de su colección Moon Girl de 1964 en la que el blanco y el plateado fueron omnipresentes. Logró tal impacto que hasta Andy Warhol reconoció que “la ropa de Courregés es tan hermosa que todo el mundo debería tener el mismo aspecto, todos de plateado. El plateado combina con todo, estos trajes deberían usarse durante el día, con muchísimo maquillaje.” 


Ese mismo año vio la luz la colección Cosmocorps de Pierre Cardin y a lo largo de la década aparecieron sus líneas más comerciales. Entre sus diseños encontramos enteros de punto ajustados, vestidos tubulares y botas de vinilo en colores brillantes. Había en Cardin cierta obsesión por los recortes geométricos, en especial los círculos. 


Paco Rabanne hizo su debut en 1966 con sus “doce vestidos imposibles de llevar fabricados con materiales contemporáneos” invirtiendo las técnicas tradicionales de costura y experimentando con nuevos materiales. En sus creaciones, discos de plástico o placas de aluminio se unían por aros de acero o alambre. Además, supo reinterpretar la malla metálica medieval llevándola hacia un futuro espacial. 


El impacto de estos diseñadores fue tal que, antes de que Neil Armstrong pisara por primera vez la luna, la ciencia ficción se animó a los viajes espaciales y a los looks galácticos.  En la televisión la tripulación de Star Trek viajaba por las galaxias con uniformes coloridos inspirados en los diseños de Pierre Cardin. Desde la pantalla del cine, Barbarellainterpretada por Jane Fonda, se lanzaba a una psicodélica aventura ataviada de trajes espectaculares. Su misión en el lejano planeta “Lithion” se cumplió con múltiples cambios de vestuario en cada escena que incluyeron una escafandra transparente, varios pares de botas espaciales, capas y mallas ajustadas en materiales de vanguardia y tonos metalizados. 
 

De forma frecuente, pero errónea, se atribuyen estos diseños a Paco Rabanne. La fuente de la confusión está en los créditos de la película en la que se reconoce que el traje verde brillante del final está inspirado en las ideas del español. Sin embargo, se trató de la obra del vestuarista de cine Jacques Fonteray


De vez en cuando nos encontramos con recuerdos de la utopía espacial, uno de los más impresionantes fue el de Karl Lagerfeld para Chanel AW 17/ 18 con lanzamiento de un cohete desde el Grand Palais incluido. Este año, Lady Gaga sorprendió en los premios MTV con un traje plateado y escafandra transparente evocando acertadamente a una Barbarella pandémica. 


El diseño y la ciencia ficción respondieron con fantasía al clima de incertidumbre imperante en el marco de la guerra fría. En un presente no menos incierto, nadie se atreve a reemplazar su barbijo por un casco espacial. Sin embargo, no viene nada mal una inyección nostálgica de optimismo sesentista.

Cuando el punk se convirtió en moda

Por Ana Belen Arrastia | Profesora en Historia

En Londres a finales de los 70 el punk estaba de moda: alfileres de gancho, hojas de afeitar, tornillos y anzuelos colgaban de la ropa o de la cara de los jóvenes. Cabellos rapados o teñidos de colores fluorescentes, remeras rotas, gafas angulosas, collares de perro y corbatas directamente usadas sobre la piel, se sumaban a la extravagante parafernalia. 

Sé infantil, sé irresponsable, sé irrespetuoso, sé todo aquello que la sociedad odia.”


Eran frecuentes los botones, parches e inscripciones de motivos variados, desde nombres músicos de rock hasta frases que constituían el mas puro reflejo de la cosmovisión punk: Destroy, No Future. Las chicas se apropiaron de ítems provenientes del fetichismo y del sadomasoquismo, como las medias de red, las ligas, el taco aguja y el corpiño que se asomaba por debajo de la ropa.

 
El impulso creativo de esta estética se inició en el 430 de King´s Road, en Chelsea, al oeste de Londres, donde la pareja conformada por Vivienne Westwood y Malcolm McLaren decidió poner una tienda. 

McLaren había considerado la idea de abrir una librería desde donde irradiar su ideología situacionista aprendida al calor de los años 60, pero la idea no prosperó y resultó mejor una tienda con una buena colección de discos de los '50. Malcolm sumó algunos pantalones confeccionados por su novia a partir de unos tubos de goma negra que se habían robado de una fábrica. La pareja bautizó la tienda con el nombre de Let it Rock en 1971. Allí vendieron vestimenta para teddy boys y pin ups, combinando rock and roll con emblemas revolucionarios y rechazando abiertamente el estilo hippie imperante en la década de 1970. 


En 1973 Let it Rock cambió su nombre por el de Too Fast to live, Too Young to die y un año más tarde por el de Sex, con el objetivo era atraer como nuevos clientes a los chicos jóvenes decepcionados con el viejo rock. 
 
La materia prima de Westwood provenía de las donaciones al Ejército de Salvación o de elementos descartados en la basura que se readaptaban otorgando un valor añadido a la pieza. Su forma de producción se basó en el instinto y métodos poco tradicionales, como cortar la prenda sobre el cuerpo en lugar de hacerlo sobre una superficie plana, lo que hizo a sus diseños muy originales. 

 
La indumentaria se volvió cada vez más salvaje, aparecieron materiales como el látex, el caucho y el cuero con los que confeccionaron prendas adheridas bien al cuerpo. La tienda Sex era radical y desafiaba la ortodoxia en el vestir. Nada resultaría más explícito que poner en una vidriera en el medio de la calle lo que antes se escondía en lugares semi secretos. El fetichismo salió del armario: látigos, cadenas, máscaras, pinzas para tetas y fragmentos del Manifiesto S.C.U.M. formaban parte de la decoración del local. 


Cuando todo el mundo usaba pantalones anchos y plataformas, la misma Vivienne Westwood adoptó el bondage como total look. Un chico fue arrestado por usar una remera de Sex que estaba estampada con una escena pornográfica protagonizada por un par de cowboys. 
 

En 1975 McLaren descubrió a los Sex Pistols. En un principio fueron concebidos como un grupo para promocionar la ropa de la tienda y el brazo musical de su ideología. Rápidamente adquirieron vuelo propio logrando escandalizar a Inglaterra y al mundo entero, a pesar de su corta vida. En 1976 estrenan su primer sencillo: Anarchy in the UK. La iconografía Westwood se perfeccionó con el famoso retrato insolente de la reina, coincidiendo con los festejos del jubileo. La tienda cambió otra vez de nombre por Seditionares: Clothes for Heroes


En Seditionaries los clientes podían encontrar entre sweaters deshilachados, remeras rasgadas, vestimenta de combate del ejército y pantalones bondage, la camisa anarquía o alguna remera con instrucciones para fabricar una bomba molotov tomados del Anarchist Cookbook de William Powell. 
 

A fines de 1980, Seditionaries dejó de existir para llamarse World's End. Westwood dio un giro con su colección Pirate, pero la reina del punk nunca olvidó su esencia y sello distintivo. McLaren continuó con nuevas búsquedas musicales mas allá de los Sex Pistols. 
 

Aquello que emergió en el 430 de King´s Road fue mucho más que un ajuar de artefactos provocadores. Se trató de subvertir los gustos y valores de la burguesía a través de la moda. Se dejó la huella inequívoca de saber que el arte de arreglarse puede ir contra el sistema.